
Diego Urdiales
DIEGO URDIALES MAESTRO PARA EL CURSO DEL CLUB DE AFICIONADOS PRÁCTICOS TAURINOS
Diego Urdiales acompañará al campo a los aficionados prácticos. El torero riojano ha confirmado su presencia en el curso que el Club de Aficionados Prácticos Taurinos -que dirige Eduardo Dávila Miura- tiene previsto desarrollar los días 12, 13 y 14 de junio en Valdemorillo y El Escorial , Madrid.
Diego Urdiales participará y aconsejará a los alumnos durante el tentadero que se celebrará en la finca "Cuarto Carretero" de El Escorial. El curso se completa con toreo de salón, dinámica de grupos, entrenamientos y una visita a la ganadería de Baltasar Ibán.
La tienta de becerras con Diego Urdiales ha generado un gran interés entre aficionados de muchos puntos geográficos, que sueñan compartir una jornada de campo con el torero de Arnedo. Cualquier persona puede participar en este curso, que no requiere de conocimientos previos ni haber toreado con anterioridad. Aún hay plazas disponibles y continúa abierto el plazo de inscripción. Aquellos que deseen más información, pueden encontrarla en la página web www.clubaficionadospracticos.es o bien, a través del correo Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla. y de los Tfnos 654497012 y 605018400.
DOS OVACIONES A LA TORERÍA Y NATURALIDAD DE DIEGO URDIALES EN MADRID
ASÍ LO HAN CONTADO:
ZABALA DE LA SERNA (El Mundo)
Las verónicas broncíneas de Diego Urdiales desprendieron un empaque monumental por el lado derecho. Una hondura que volaba más allá del embroque. Ganado el paso, genuflexo por el izquierdo por lo cruzado que se venía el toro. La media verónica en los medios tuvo sabor añejo. No le sobraban las fuerzas al adolfo. Tampoco la guasa mirona. Una mezcla difícil para caminar sin toques. El riojano se sacó al cárdeno apenas sangrado con un molinete al paso. Amagaba la arrancada al cuerpo del torero. Como un guanteo de prueba el inicio. Hasta que Diego Urdiales decidió poner las cosas en su sitio. Y tragó derechazos que impactaron por la emoción. Otros por la estética. Valiente en todos ellos. A pulso una tanda de naturales resuelta con una trincherilla de bramido. Pisó terrenos de fuego. De nuevo en redondo el pecho ofrecido al pitón contrario. Torería entonces, en un cambio de mano y en el broche de despedida. Media estocada sólo. Tendida y sin muerte. Y dos descabellos. No hubo premio mayor que una atronadora ovación.
Diego Urdiales apareció de nuevo para tapar un poco con su torería la adolfada. "¡Hay que dar de comer a los toros, ganadero!", le gritaron desde el '7' con cariño. Urdiales se encajó y dibujó una serie de categóricos redondos al mansito, humillado todavía con sus palas vueltas. Un cambio de mano y otra tanda que desembocó en el más lento derechazo de 28 días, un parón al tiempo. Inmenso como la trinchera. Se aburrió el toro desengañado y se soltaba de la muleta descolocando al torero. Enfrontilado a izquierdas y embrocado a derechas, metido en tablas para dibujar la última joya de La Rioja despaciosamente. La estocada que antes no se produjo sucedió ahora con contundencia. La plaza se volcó en una de esas ovaciones del 'Madrí' verdadero que revaloriza a un torero.
ANTONIO LORCA ( El País)
El primero de la tarde, al que Urdiales recibió con un par de verónicas de cartel, miraba al torero y le hacía una radiografía de cuerpo entero. No se le escuchó hablar al toro, pero con la cara lo decía todo. Le había enjaretado el torero un par de derechazos al comienzo de faena, hasta que el animal se orientó y se mostró dispuesto a hacerse el amo de la situación. Pero Urdiales atornilló las zapatillas, tomó conciencia del trascendental momento que estaba viviendo y plantó cara con una valentía incuestionable, y aguantó lo que parecía imposible, citando al pitón contrario, muy cruzado, y así dibujó pases sueltos de un mérito extraordinario. Palpitaba de tensión la plaza, se masticaba la voltereta, pero fueron surgiendo un natural larguísimo, una preciosa trincherilla, un remate con la izquierda y, al final, una explosión jubilosa cuando quedó sentenciado que el valor y la prestancia habían ganado a las supuestas aviesas intenciones del toro. No apreció la plaza en toda su dimensión la gesta de Urdiales, que protagonizó instantes de inmensa torería que no culminó con la espada.
PATRICIA NAVARRO (La Razón)
Ahí se afianzó Diego Urdiales. Ahí, tragando lo indecible hasta que el toro, de apabullantes pitones, decidía meterlos en la muleta. Era una ruleta rusa con balas de plomo. Y de acero la convicción del torero riojano para depurar el toreo, en busca del clasicismo y la verticalidad a pesar de vivir cada pase en el abismo. Mirón, de media arrancada y haciéndose el tonto. Ni de lejos lo era. Torerísima la puesta en escena de Urdiales. Los muletazos más despaciosos del festejo, y de muchas tardes, los dio con el cuarto con la mano derecha. Pasaba el toro de largo en la muleta sin entrega y desentendiéndose. Por ahí, se paró todo, lo visible y lo invisible, en una tanda espectacular de Urdiales. Palabras mayores. A ralentí la cámara lenta. Como el estocadón con el que puso fin. Hay maneras de estar en la plaza que son impagables.
AGENCIA EFE
lo de más sabor y sentido de toda la corrida lo hizo Diego Urdiales ante los dos toros de su lote, a los que sacó un partido mayor del que parecían ofrecerle.
Con una sincera torería, porque siempre se colocó muy puro en los cites y con mucho asiento de plantas, el riojano sacó muletazos de muy bello trazo y limpio temple a un animal que nunca se empleó pero al que tomó perfectamente la medida, incluso cuando se le paró y le siguió provocando muy cruzado entre los pitones.
El cuarto fue un toro noblón pero de muy escaso fondo de bravura, pues acudía con cierta inocencia, pero sin ningún celo, a cada llamada y se salía distraído o se violentaba si se le forzaba a entregarse.
Urdiales estuvo presto para aprovechar los momentos de mayor viveza del cárdeno, justo en la primera parte de la faena, para gustarse con la figura relajada y ofreciendo el pecho en cada muletazo. Fueron esos los momentos más bellos de la corrida, aunque no pudieron tener continuidad por la falta de raza del "adolfo".
Aún así, intentando prolongar esa nobleza huidiza, siguió el diestro de Arnedo salpicando de calidad y de buen gusto una obra que no pudo compactar pero que remató de una contundente estocada en lo alto, antes de escuchar una fuerte ovación de reconocimiento.
MARCO A. HIERRRO (Cultoro)
Pudo cortar una oreja a cada Adolfo, pero no creo que a estas alturas cambie Diego un despojo más o menos por sentir lo que esta tarde. Y lo que provocó en el tendido. Una trincherilla maciza y sentida al exigente primero, ese inicio de torería máxima para imponerse al disparo; pero sobre todo el sobrenatural derechazo que surgió en la segunda tanda al suave cuarto, suave, que no facilón. Para descargarte sobre los riñones y que le pese tu cuerpo al piso tienes que haber decidido que lo que tenga que ser va a ser muy bienvenido en el momento que venga. Por eso sabes que no es esa tarde el momento de pensar a futuro, ni de buscar el pelo, ni de contentar a nadie; de ahí su mueca de compasión por quien no entendía el misterio. Sabía Diego hoy que en la embestida humillada e informal del corto Aviador estaba la respuesta a su pregunta.
RAFA NAVARRO (Burladero.com)
Último jueves de “Los Jueves de Urdiales”. En todas las tardes ha dejado su marca de identidad y detalles de su personalidad pero hoy pudimos ver más que detalles. Su toreo pausado y templado encaja a la perfección con la afición de Madrid y así se lo reconocieron haciéndole saludar dos ovaciones. Su primero entró con gusto por el pitón derecho en el capote del riojano que lanceó pausado a la verónica. Mirón este primero que se tragaba el primero pero le buscaba en el segundo en las primeras series. Le costaba arrancar a los cites de Urdiales. Aguanta el riojano esas miradas y parones a mitad de pase por el derecho. Un par de naturales destacables y por encima el diestro ante un complicado astado. Uno a uno y entre pitones le robó derechazos con mucho empaque. Media en buen sitio que necesitó de dos descabellos. El cuarto fue más parado pero volvió a demostrar con pinceladas, la forma tan torera que tiene de entender su profesión. Ligó a media altura por el derecho sin quitarle el engaño y conduciendo la embestida con remate por bajo. Cuando le dejó un hueco salió desentendido queriendo rajarse. Muy templado el riojano con muletazos despaciosos aprovechando la poca fuerza del de Adolfo. Detalles muy toreros y de nuevo por encima de su rival. Estocadón aunque tardó en doblar y de nuevo el reconocimiento de la afición. Hora de hacer balance tras tres tardes. En la corrida de Adolfo del pasado Otoño y tras su tremenda actuación, se ganó tres tardes en el ciclo. Es Adolfo y esta vez con una corrida más sosa, el que le vuelve a dar el reconocimiento que merece. A Urdiales le va la marcha.
JAVIER HERNÁNDEZ (Vivir y Torear)
Hubo torería, hubo toreo de capa, una verónica de compás abierto, esclavina en la barriga y el corazón torero asomándose por encima; hubo una media completa con aromas de Chenel, y una faena sabrosa con argumento, nudo y desenlace. Hubo Urdiales, hubo un torero que sintió la radiografía que le hacía el primer Adolfo cuando llegaba dormido y le clavaba las bombillas de sus ojos en todo el pecho. Hubo que tragar, que tener la sangre fría para esperar a que el toro decidiese si muleta u hombre. Hubo una faena que no fue seguida pero sí que tuvo hilazón, porque se enseñaron las dificultades, se trataron de solventar y se disfrutó tras la solución. Casi nada. Lo que otros días salvó a Diego ahora le marró, la espada, que entró a medias y tendida ¡Ay si no!
Con el toro cuarto se pudo palpar el alma de Diego. Toro estrecho de cuerpo y de sienes, veletillo, que sacó ese dulce y franco caminar de estos toros cuando llevan bajo el depósito del poder y la bravura. Ese dulce son con el que Diego de Arnedo se puso a compás, se abandonó, se fundió Diego a veces olvidando que el engaño había que dejarlo allí para que el toro no abandonase la danza. Hubo, vaya si hubo, la trinchera abundante y rebosante, el toreo de cintura y un derechazo circular que todavía dura. Hubo alma, son y sonsonete, también ese pitidito pertinaz, soez y malsonante que ya es música de fondo cuando llegan las figuras. Y espada. No hubo oreja, pero hay recuerdo.
NULAS OPCIONES Y FIRMEZA CON LOS DE VICTORIANO DEL RÍO
Segundo paseíllo para Diego Urdiales en Madrid y poco que contar salvo el decepcionante juego del lote que le tocó en suerte al torero de Arnedo. Su primero se aplomó al llegar al último tercio y cuando se arrancaba lo hacía queriendo destrozar el estaquillador de la muleta y su segundo, un ejemplar de casi seis años, buscaba hacer carne en cada embestida. Diego se jugó literalmente la vida sin dudarle en ningún momento, librando derrotes, parones y coladas fraticidas.
TORERÍA, PUREZA Y VALOR EN MADRID
Diego Urdiales regresaba a Madrid después de realizar la mejor faena de la pasada feria de Otoño 2014 ante "Sevillanito" un toro de Adolfo Martín con el que puso a todos de acuerdo toreando al natural. Volverá Urdiales a enfrentarse con los Albaserrada de Adolfo el próximo 4 de junio en el tramo final de esta feria en la que hizo su primer paseíllo acompañado de Sebastián Castella y Alejandro Talavante y que se saldó con una vuelta al ruedo en su segundo después de realizar una faena muy emotiva ante un Cuvillo con raza que se metía por los adentros y al que le faltó humillar a la hora de seguir la pequeña muleta del torero de Arnedo que extremadamente pulcro en su colocación se la ofrecía una y otra vez con sus vuelos al aire para dibujar muletazos de gran calidad en redondo, templados y acompasados como fueron los de la primera tanda por el derecho tras sacárselo con soltura y clase más allá del tercio. El toro pese al defecto de la poca humillación acudía pronto a los cites pero acababa arrollando al tercer muletazo desluciendo así el final de las tandas y haciendo imposible sacar la muleta por debajo de la pala del pitón, pero Diego Urdiales siguió apostando y dibujó bellísimos pasajes al natural con su toreo puro, clásico y de valor, destacando por encima del conjunto una trincherilla enorme en el tiempo y en la ejecución con la que hizo rugir a las veintemil almas que llenaban Las Ventas al igual que con los naturales a pies juntos enforntilado y roto con los que cerró una faena que minutos antes había brindado al Maestro Curro Romero. Mató de una estocada entera quizás ligeramente contraria que hizo que el toro no cayera rodado, después el fallo con el verduguillo impidió que el riojano pasease la primera oreja de la tarde, pero no que el público le ovacionase con fuerza en el saludo y en la vuelta al ruedo.
En su primero, había quedado inédito debido a la excasa fuerza del ejemplar de Cuvillo que sin embargo tenía una gran clase en su embestida. Diego brindó a su Majestad el Rey Don Juan Carlos pero una vez comprabadas las nulas opciones de triunfo, optó por abreviar.
El próximo compromiso de Urdiales en Madrid será el jueves 28 con la de Victoriano del Río y David Fandila "El Fandi" e Iván Fandiño como compañeros de ccartel.
LO QUE SE HA ESCRITO:
BARQUERITO (Colpisa)
Por Romero fue, en fin, una faena de excelente trazo, disciplina clasicista, rancio regusto y valor de verdad. Todo eso –el sentido clásico del toreo viejo- fue lo que ponderó Romero para sorpresa de muchos. El Viti vino a decir casi lo mismo pero con otras palabras muy poco después. Bendecido el torero de Arnedo por dos de los grandes maestros vivos. Romero, tan poco dado al elogio como a la censura; El Viti, nunca censor pero poco amigo de regalar palabras mayores si no las siente.
A tan caros elogios hizo honor Urdiales con un trabajo de encaje impecable. Incluso cuando se le revolvió el toro, o las dos o tres bazas en que los ataques por la mano izquierda tuvieron son incierto. Muleta pequeña, que es la suya de siempre y en días de viento se maneja peor que las grandes aunque parezca paradoja. Y, en fin, no pocas sino bastantes sutilezas. El comienzo de faena, tanteo por abajo en pases cambiados, fue de muy lindo compás. La ligazón, tan impecable como el encaje, pues no es común entender una cosa sin la otra. Las pausas justas; no sencilla la elección de terrenos que a veces descompuso el viento; compuesta la figura como si cayera el cuerpo a plomo.
El ritmo lo pusieron el medio compás de pies abierto o el medio pecho, tan reconocibles en el Romero clásico, y, sin embargo, la cumbre de la faena fueron cuatro naturales de frente. Perfectos. Más desahogado en esos viajes frontales el toro, que por la izquierda lo puso difícil y hasta se metió en un par de remates de trinchera. Entre las piezas del repertorio, Diego interpretó con rico esmero unas cuantas: dos desplantes de recurso y no de adorno –más vitistas que curristas, por tanto- , el pase de las flores en el toreo andado previo a la igualada, el molinete frontal y a pies juntos para abrir tanda.
No fue, por todo eso, faena de tirar líneas sino todo lo contrario. Aunque el exceso de enganchones en el toreo en redondo dejara el subrayado de los oles sin terminar. Cuando Urdiales se perfiló con la espada, se sintió el silencio de las grandes ocasiones. Un reparo: demasiado larga, la faena había sido castigada con un aviso antes de montar Diego la espada. Y otro: la estocada, atravesada y sin muerte, precisó del refrendo de tres descabellos, y sonó un segundo aviso. No a todos les convenció que Diego aceptara una invitación mayoritaria a dar la vuelta al ruedo. Antes de las bendiciones del pasado invierno, Urdiales ya había toreado en Madrid más de un toro a ley. Esta vez la gente parecía tener en la mano la partitura para escuchar la música.
ZABALA DE LA SERNA (El Mundo)
Curro Romero había viajado desde Sevilla para arropar a Urdiales. De brindar al Rey al Faraón. Como correspondía a tal ofrenda, Diego le puso sabor al caballote que embestía sin descolgar. Torería en las dobladas y colocación y verdad en su derecha. Una tanda despedida con el obligado de pecho, otra con un trincherazo cabal. De tanto ajustar el embroque hubo un desajuste: los lomos del toro arrollaban al menudo matador de La Rioja. Tomó distancia Diego, cambió la mano y pensó el toreo al natural. No del todo limpio. Ni siquiera inmaculado. Sino bañado de imperfecciones añejas. A pies juntos había una estampa vazqueña. Dos naturales sembrados y una trincherilla que duró de aquí a la eternidad. Un cartel de toros. Ya estaba la cosa. Demasiado para lo que el toro regalaba: nada. Apurar por apurar. Una estocada de travesía sin muerte. Había caído un aviso. Y varios descabellos. Y adiós a la oreja. Y otro recado por despiste. ¿Por qué no la vuelta ruedo? Fue.
PATRICIA NAVARRO (La Razón)
Curro vino a Madrid a ver a Urdiales y por un momento, mágico siempre, Las Ventas olía a Romero. A él brindó el cuarto, un toro manejable pero brutote y con falta de entrega. Esa la puso Diego. No pudimos disfrutar como quisimos, pero sí dejó esa puesta en escena, pura y verdadera, que vive de los pequeños detalles, los imposibles, aunque pasen desapercibidos para la mayoría. El embroque con el toro es brutal. El descabello afeó, pero a Diego se le espera por lo que tiene dentro y que tan poco abunda. Poco le dejó expresar un primero, deslucido y falto de fuerza.
MARCO A. HIERRO (Cultoro)
... llevaba todo un invierno soñando la colocación perfecta para ejecutarla hoy. Da igual que sea en Madrid, en Pernambuco o debajo de una encina cuando se desnudan los ideales para destapar la verdad. Ese cuarto de hechura fea, largo cuello, mano alta y eterno lomo debía examinar los conceptos. Y Diego le dio los frentes, se encaró en el medio pecho, le sacó tela despacio y se la puso en el belfo para que oliera un torero. Luego le limó esquinas con el talón enterrado, le disparó la diestra al frente y se fue con la cadera hasta que no hubo final. Allí se esconde el misterio, le dijeron a la hormiga, que lo quiso buscar despacio, como se muere un reloj. Se arrojó a las trincheras cuando ya no hubo viaje, y le duró tres mundos el que mejor se sintió; cadente, despacioso, deletreado y puro para morir en la corva sin importar la exposición. Madrid en pie reconociendo a la hormiga. Paladeando el toreo.
PABLO GARCÍA-MANCHA (La Rioja)
Tuvo la oreja del cuarto en la mano pero el fallo con el descabello enfrió el rescoldo de una faena profusamente técnica, meritísima y sincera ante un torancón de Cuvillo sin clase, ritmo ni humillación que se venía por dentro casi siempre y que soltaba la cara con feo estilo en el remate de los lances. Fue una labor nacida del corazón de Diego que había brindado a Curro Romero,
y en la que fue capaz, de manera inopinada, a pesar del toro nulo que tenía delante, de componer momentos de gran belleza y plasticidad. Salvarse del toro, ésa era la clave; estar por encima de su mediocridad, de su mala baba, de lo imposible que lo estaba poniendo casi todo.
Pero Diego Urdiales, que es todo fe, adivinó una rendijilla abierta por el lado derecho del animal, apenas un resquicio y logró engarzar una faena resuelta por los adentros con especial majeza y en la que tuvo tiempo para dibujar auténticos carteles, como esa trincherilla salvaje y descarnada que le regaló a Curro Romero; fue la trincherilla de Curro, la firma de un torero en sazón al que la suerte volvió a dejarle de lado.
PACO AGUADO (EFE)
El cuarto, el más alto de la corrida de Cuvillo, nunca quiso emplearse ni entregarse ante la paciente muleta de Diego Urdiales, que se dobló con efectividad con él al abrir una faena en la que siempre buscó atemperar con temple sus oleadas.
Con suavidad de muñecas y mucha sinceridad en los cites, el torero de Arnedo fue poco a poco sacándole al toro pases de calidad de mucha conexión en el tendido, hasta ligarle finalmente una guinda de tres soberbios naturales a pies juntos que tuvieron el sabor de la tauromaquia más clásica y pura. Sólo sus fallos con el descabello demeritaron una obra en la que resaltó básicamente el gran concepto del riojano.
DIEGO URDIALES RETRATO DE PUREZA
Retrato de Pureza es un libro plural, donde la transversalidad aparece en más de 50 firmas que aportan 50 reflexiones distintas sobre Diego. Algunos de los mejores periodistas taurinos del mundo, maestros del toreo y personalidades de la comunicación, de la cocina, del vino, de la abogacía, de la Universidad, del flamenco, de la Filosofía… Más de 50 autores de prestigio que se atreven, como decía Bergamín, a contarnos la Tauromaquia y la escuela de vida del riojano.
UNOMÁSUNO EDITORES presenta Diego Urdiales: Retrato de pureza. Para la editorial supone algo más que el último título. Retrato de pureza es el primer libro fotográfico que edita UMU en donde lo visual se une a la palabra. En Retrato de pureza se cumple con creces eso de que vale más una imagen que mil palabras porque si hay que hablar de su protagonista, Diego Urdiales, en las 250 páginas que dura el viaje por la parte más íntima de su toreo el lector encontrará a “un torero cabal y macho” en donde “el fulgor y la belleza están garantizados”, tal y como asegura el prólogo de esta obra. El detalle del rostro de Diego, sus manos, la belleza corporal de la figura en un momento de máximo esfuerzo sin perder un átomo de estética y el manejo preciso de la muleta y del capote producen ese efecto conmovedor que sólo Diego y la Tauromaquia son capaces de conseguir.
Retrato de Pureza, editado lujosamente, cuenta con la calidad del trabajo expuesto por diversos autores en más de 200 imágenes de diversas firmas. Algunas de las firman que componen Retrato de pureza aportan el conocimiento y seguimiento a Diego desde sus albores, mientras que otros fueron seducidos por el poder en vivo de la tauromaquia de Urdiales.
TRES TARDES EN MADRID Y LAS GRANDES FERIAS FRANCESAS MARCAN LA TEMPORADA 2015
Diego Urdiales afronta el grueso de la temporada 2015 con grandes retos y muchas ilusiones, una temporada que con certeza quedará marcada por su paso por Madrid y sus tres compromisos en la Feria de San Isidro así como por su incursión por las grandes ferias del Sur de Francia, Ceret, Mont de Marsan y Dax en donde actuará ya entrado el verano.
Su primera cita con el público "venteño" tendrá lugar el 21 de mayo, toros de Núñez del Cuvillo para Diego Urdiales, Sebastián Castella y Alejandro Talavante. Siete días más tarde, 28 de mayo, con toros de Victoriano del Río y David Fandila "El Fandi" e Iván Fandiño por compañeros. Su última comparecencia en Las Ventas será el 4 de junio con toros de Adolfo Martín acompañando a Sebastián Castella y Manuel Escribano.
Un festival en Villalpando donde compartirá cartel con su apoderado Luis Miguel Villalpando y su presencia en las famosas corridas San Joaninas de Ilha Terceira (Portugal) en donde se acartelará el 28 de junio con Antonio Ferrera y Juan Leal para enfrentarse a astados de Jandilla y Bego Botelho darán paso, a falta de cerrar otras ferias importantes del calendario, a su periplo Francés donde por el momento tiene contratadas Ceret, 12 de julio: Toros de Adolfo Martín, Luis Miguel Encabo, Diego Urdiales y Fernando Robleño. 22 de julio Mont de Marsan, donde firmó la mejor faena 2014: Toros de Garcigrande, Diego Urdiales, Miguel Ángel Perera y Alejandro Talavante y Dax, 13 de agosto: Toros de Jandilla, Diego Urdiales, Joselito Adame y Juan Leal.
DIEGO URDIALES EN VALENCIA; LA SUTIL NATURALIDAD DE UN ARTISTA
Diego Urdiales pisó ayer la arena del coso de la calle de Xátiva con la sutil naturalidad de un artista, para interpretar el toreo puro que le brota del alma pero sin olvidarse del aplomo y la firmeza que le permiten seguir transitando esos terrenos en los que habitan los miedos y por los que deambulan los triunfos de cante grande.
Y de cante grande pudo haber sido la tarde de ayer en Valencia si los dos de Alcurrucén que le tocaron en suerte al torero de Arnedo no se hubiesen quedado en mitad de la nada, a su primero noble y mansurrón lo acarició por naturales en tres tandas que hicieron vibrar los helados tendidos y a su segundo de similar condición le fue ganando terreno hasta exprimirlo por ambos pitones antes de recetarle una estocada hasta la bola en todo lo alto que incomprensiblemente no sirvió para hacerlo doblar.
Fueron muy jaleados sus dos inicios de faena con ayudados por bajo y su recibo de capote al que cerraba plaza donde brotaron verónicas mecidas y cadenciosas rematadas con la media en el mismo centro del anillo.
ASÍ LO HAN CONTADO
Paco Aguado. Agencia EFE:
"...temple, medida y ritmo en los sueltos vuelos de la muleta, siempre con aplomo y naturalidad en la figura y sin salirse de la línea de fuego. Fue así como, sobre todo con la izquierda, sacó muletazos limpios de esas medias arrancadas a las que él mismo daba intensidad acompañándolas gallardamente con el pecho.
De menos a más los dos trasteos, y precedido el del sexto de un buen toreo a la verónica, Urdiales consiguió así lo más difícil, pero perdió trofeos en ambos turnos por su falta de contundencia con la espada."
Carlos Ilián: MARCA:
"...Diego Urdiales que cada vez crece en su capacidad de torero cabal, que atesora las claves de la mejor tauromaquia, sobre la base de la pureza, el valor y la firmeza. Ayer dio una auténtica lección en sus dos toros venciendo la embestida morucha de ambos con una suficiencia pasmosa.
Por ejemplo, en su primero se plantó en el terreno donde o embisten o te arrollan y así consiguió meter al morucho en la muleta. Y casi calcado, pero con más mérito, si cabe, su faena al sexto, que además tenía mucha guasa. Hasta consiguió soberbios naturales de donde no se podía sacar otra cosa que algún telonazo. Pudo cortar una oreja en cada toro, pero, ¡ay!, otra vez esa espada, hombre Urdiales."
Pablo García-Mancha. La Rioja:
"...sobrio, firme, mandón, poseedor de todas las sutilezas, de aromas impropios del toreo contemporáneo, toreo antiguo, de muñecas desmayadas, de imperiosas necesidades de sentir lo que hace en cada lance, casi a cada paso, a pesar
del frío, de los cohetes, de las prisas, de los toros ruinosos.
Todo en él es un alegato contra lo preconcebido; el valor de lo imprevisible es la magia de su toreo,
huérfano de cualquier atisbo de impostura. Salió con la muleta y se puso a torear al primero de su lote por
abajo, doblones iniciales como surgidos de una nebulosa pero dichos con tal naturalidad que parecían,
por su asombrosa profundidad, nacidos de otro tiempo, casi imposibles, como si flotara el toreo por
encima del propio toro, un animal sin clase alguna al que dibujó la faena más hermosa de la tarde y de
muchas tardes. Diego siguió con la mano derecha en dos series de trazo limpio, sin obligar al toro para
mantener su resuello a la espera de lo que tan sólo él sabía que estaba a punto de suceder. Tomó la
franela con la mano izquierda y comenzó a brotar la luminosidad del natural interminable: la tela casi
muerta, adormecida, pegada al albero. La colocación acentuada en el sitio pero sin la más mínima
afectación, el vuelo, los vuelos, el engaño en los belfos y el viaje consumado en tres series
impresionantes, mecidas por el rumor del toreo más clásico, más desusado; el toreo jondo, el toreo que
en la actualidad está en las manos de dos o tres elegidos..."
Marco A. Hierro. Cultoro
"... A Diego no le invaden las urgencias ni cuando se ve fuera de las ferias ni cuando sale su nombre tres veces en el mundial del toreo. El punto en que se mueve el toreo hoy se apoya en las bases sobre las que se cimenta Urdiales, y él sabe que su momento sólo llegará con su verdad. Esa sincera receta nace de la profunda necesidad de expresión con la que pare el toreo, natural como la sonrisa de un niño, profunda como la mirada de un anciano y sincera como la indiscreción de un borracho. Hay miles de artistas y miles de disciplinas, pero el niño que hoy comienza a entender el toreo quiere ser Urdiales. Y yo, con cinco lustros menos y más vocación, también lo querría ser.
Le propuso al tercero con la seriedad del lidiador añejo para imponer su ley sin perder la torería. Genuflexo en el inicio, templado, macizo y convencido de que para encontrar el tesoro sólo existe un camino. Diego traza con el pico abajo, el mentón en el pecho y el pecho al frente, desnudando siempre las muñecas de violencias defensivas para no tener lastre en la entrega. Le metió la panza en el morro al buey sin clase ofreciendo los frentes como si todo acabase hoy, muriendo en el natural con el vuelo terso, limpio y desprovisto de artificios para tapar los defectos. Asume Diego esa pureza como la única vía para decir su verdad, por eso no descompone ni el gesto cuando le suelta puñetazos el buey protestón.
También le protestó el sexto con el disparo cobarde en su acucharada cuerna. Lo mitigó Diego por abajo, doblando en torero el lomo largo y recto, castigando el mal estilo del chorreao mansurrón. Y a torear. O a intentarlo al menos. Porque no busca Diego la pirotecnia tan propia de esta estación y esta tierra. Diego hunde en la arena su menuda anatomía, la ofrece con la verdad colgando del fleco que mete en el morro y traza con la fe ciega del que sabe que no vale el triunfo si no se consigue muriendo por una idea. Aunque se aflija el mulo, le regale gañafones y no se quiera morir tras la estocada. No estaba en las orejas el premio de hoy, porque habrá algún niño en la escuela que llegaría a casa diciendo: "Mamá quiero ser Urdiales"."
Zabala de la Serna. El Mundo:
"...Diego Urdiales encarna otro tiempo del toreo, una época pasada de la historia. No sé cuál. Pero te reconcilia con la actualidad. No contó con toros para la gloria y sin embargo el poso de la gélida tarde fue suyo. Gélida de bravura y torería. Sólo Diego de Arnedo dejó sabor. Como en las dobladas con el tercero inexpresivo, distraído y sin cuello de Alcurrucén. No había morfología para humillar ni con los doblones de categoría de Urdiales. Pero en su media altura lo interpretó la mar de bien. Un buen acompañamiento de cintura por la derecha y sobre todo esa cosa magnífica de torear sólo con los vuelos de su izquierda. Los naturales de pureza dormida se traían al toro por su vereda. Muy puro, asentado, el medio pecho ofrecido. Un gozo muy sencillo y muy difícil. La expresión sepia de un ayer diferente. A pies juntos y enfrontilado remató más en Manolo Vázquez que en Andrés Vázquez, con el respeto y las diferencias entre los dos maestros. Y así sonaba a campana y bronce de trofeo que la espada chingó.
Para cerrar su lote y ya la noche helada, se apareció un alcurrucén acodado, cinqueño, bruto... Urdiales le dibujó algunas verónicas y un poderío de prólogo genuflexo que no rompió hacia delante la embestida de la bestia."
Patricia Navarro. La Razón:
"...sacó agua de un pozo seco y lo hizo por partida doble. Da gusto verle andar por la plaza y mantiene impoluto un embroque con el toro fuera de lo común y ajeno a la órbita soñada del toro bueno. El que cerró plaza, por poner un ejemplo, era toro serio a rabiar, hondo, largo, hecho y rehecho. Y lo era en fondo y forma. Cantaba la edad, cinco años y medio, por su manera de estar por la plaza. No daba arrancadas en balde. Manseó despavorido después del primer muletazo de Urdiales, y ajeno al mundo recorrió tres cuartos de plaza. Las huidas cada vez fueron menos, pero no mejoró esa arrancada desalmada, de medio viaje sin rumbo y atacando con violencia. No hubo lugar a la faena rotunda, pero en los detalles residía la grandeza de un torero capaz de taladrarse a la arena, de componer en el embroque con una pureza bestial pasara lo que pasara después. Y luego ocurría que muchos pases morían en el derrote del toro, violento, brutote y basto en el viaje, y otros, sobre todo los que dio al natural, lograron el milagro del temple. Y parecía imposible el toreo con ese percal. Los pies, los talones sobre el albero de principio a fin, esos pequeños matices en los que se sustenta la tauromaquia y la hacen grande o vulgar, heroica o ventajista. Se le atravesó el descabello, que no la torería, y tampoco manejó a las mil maravillas la espada con el tercero del festejo. Pero sí encontramos la misma verdad con el tercero, sólo cambió la brusquedad de ese sexto por un Alcurrucén paradote y deslucido. Aun así, en un auténtico ejercicio de pulcritud y buen concepto, le robó al toro algunos naturales que le situaban de nuevo en el mapa con remates tan estéticos como toreros."
Jorge Casals. Aplausos:
Gustó el concepto y el buen toreo de Diego Urdiales en sus dos toros. El tercero, también frío de salida, embistió después en la muleta con nobleza aunque sin mucho celo. La pastueña embestida le sirvió a Urdiales para mostrar su buen concepto del toreo. El riojano dejó muletazos de gran categoría y bonita expresión, toreando con gusto y cintura rota. Perfecta la colocación y la manera de citar. Todo muy puro y de verdad. Lo mejor llegó con el toreo al natural. La espada le dejó sin premio. Pinchó antes de dejar una estocada, que requirió de la cruceta.
Importante actuación la de Diego Urdiales frente al sexto, un toro nada fácil de estar delante, que no se empleó en ningún momento. Desclasada su embestida. Muy convencido y seguro estuvo el torero de principio a fin. Muy bueno el toreo a la verónica, encajado y reunido. Hubo firmeza con la muleta, donde tapó los muchos defectos del toro. Todo lo que hizo tuvo torería y elegancia, siempre fiel a su concepto vertical y puro. Dejó algún natural desmayado de bella factura. Mató de una buena estocada.
DIEGO URDIALES COMIENZA SU TEMPORADA EUROPEA EN VALENCIA
Diego Urdiales, tras su paso por Colombia y Ecuador, dará comienzo a su temporada europea este martes 17 de marzo en la Feria de Fallas 2015. El torero de Arnedo hará el paseíllo en el coso de la calle de Xátiva tras su ausencia del pasado año y se las verá frente a una corrida con el hierro de Alcurrucén, el mismo al que se enfrentó en su última comparecencia en Valencia en 2013. Le acompañarán en este primer compromiso en España los diestros Juan José Padilla y Miguel Abellán.
SIN POSIBILIDAD DE TRIUNFO EN MEDELLÍN Y AMBATO
La corrida de Santa Bárbara que se lidió en La Macarena fue hasta la mejor presentada del abono de Medellín, pero por desgracia los dos ejemplares que le cupieron en suerte a Diego Urdiales apenas dieron posibilidad alguna de triunfo al torero riojano.
Su primero, Manchego de nombre, castaño oscuro con 495 kilos y una gran seriedad en su conjunto, derribó dos veces al picador, pero sin llegar a empujar bajo el peto. Ya de salida soltó la cara en el capote de Urdiales y dejó entrever la poca fijeza que luego demostró en la faena de muleta, unida al poco celo y al peligro que fue desarrollando a medida que el diestro de Arnedo fue porfiando en su empeño de fijarlo. Se puso complicado a la hora de cuadrarlo para matar, pero Diego le recetó una estocada entera.
El segundo de su lote, Malicioso de nombre, jabonero, 470 kilos de peso, tuvo buena condición a la hora de embestir, pero se lastimó su mano derecha en el transcurso de la lidia y deslució la labor de Diego Urdiales, que sin embargo dejó momentos de gran calidad como describe Lucas Morales en su crónica de Cultoro.com:
Diego Urdiales se puede comparar con esos amores cibernéticos de redes sociales, lo veíamos en la pantalla del computador, veíamos sus vídeos, oíamos sus entrevistas, leíamos sus cartas de amor muleta en mano en los ruedos de España, pero ninguno lo conocíamos, no sabíamos a qué olía, ni mucho menos si era un buen conversador o nos iba a aburrir a las primeras palabras.
Con Manchego un bonito pero complicado toro que se metía en cada muletazo y cortaba los viajes de manera abrupta el riojano estuvo valiente y dispuesto a dejar una buena carta de presentación, lastimosamente se topó con el toro que menos posibilidades dio.
Con Malicioso un bonito jabonero que tuvo clase para embestir, que tuvo nobleza y la mala fortuna de lastimarse su mano derecha Urdiales dejó muletazos que dejaron claro quién es y que la expectativa que generó no era en vano, Jamás nos aburrió, estuvo digno y torero toda la noche, ojalá y pueda ser verlo el otro año, ojalá y pueda ser que podamos ver algo el próximo año.
Algo parecido sucedió el lunes17 en la localidad ecuatoriana de Ambato donde Diego Urdiales pechó con dos ejemplares de Vistahermosa con nulas condiciones para realizar el toreo. Así lo cuenta la crónica de www.cultoro.com
Diego Urdiales pechó con un manso que no tuvo ninguna sola embestida, al que toreó con oficio y decisión. El público reconoció la toreía del maestro. Lo despachó de estocada y descabello, recibiendo una calurosa ovación en los medios
Diego Urdiales salió con el santo de espaldas en el sorteo. Le ha tocado lo mas malo del encierro. El cuarto manso , con la cara alta, yéndose a tablas. El riojano trató por todos los medios de lucirse. A ratos consiguió unos pases buenos con la mano derecha. Sacó alguno que otro y el público lo premió con palmas, luego que matara de una media estocada.