Según el portal taurino Taurología.com, la faena realizada por Diego Urdiales en la pasada Semana Grande de Bilbao al toro Bocatejo de la ganadería de Victorino Martín, se merece estar entre las cinco cumbres de una temporada intensa. Diego Urdiales no pudo desorejar aquel Victorino porque el azar quiso que la espada resbalase con la divisa a la hora de la suerte suprema. Las otras cuatro faenas que Taurología.com considera como cumbres son la de Manzanares en Sevilla, las de Morante en Bilbao y Barcelona y la de Talavante en Zaragoza.
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LA FIRMEZA Y LA VERDAD DE DIEGO URDIALES
Bilbao, 28 agosto 2011
No siempre las estadísticas de trofeos de una corrida, e incluso de una feria, resumen la realidad. Esta tarde ha sido una de ellas. Diego Urdiales ha sido el protagonista principal, pero se tuvo que conformar con una vuelta al ruedo. Pero en el recuerdo queda la verdad y la firmeza con la que lidió al quinto de la tarde, hasta culminar una de las faenas más sólidas de todas las vistas durante estas Corridas Generales. Luego la espada se mal cruzó en su camino y la Puerta Grande se esfumó. Pero lo hecho ahí queda.
Qué torero y qué hombre de una pieza estuvo hecho Diego Urdiales con el quinto de la tarde. Ya con el capote recetó los mejores y casi los únicos lances de salida que vimos en toda la tarde. El victorino, que no se entregó ante el caballo, estaba un poco en la tierra de nadie; embestía humillando, pero le costaba entregarse. Desde el primer momento el riojano le plantó cara, con una decisión y una firmeza digna de aplauso. Y le ganó la partida. Fue una faena construida con mucha verdad, con riesgo también, que por dos veces a punto estuvo que el albaserrada se lo llevara por delante. Pero volvía a la cara, presentándole la muleta plana, buscando el pitón contrario y siempre tratando de llevarlo largo. Tengo para mí que este toro iba mejor por el pitón derecho, pero Urdiales se puso por los dos y siempre sin dudas, dándole la cara y ganándole la partida. Toda la faena iba discurriendo a más, hasta concluir con unos toreros ayudados a dos manos. Se perfiló para matar, quizás un poquito de largo, y entró con la fe de quien aspira a cortarle las orejas, que las tenía ganadas a ley. ¡Qué mala suerte! La espada resbala en la divisa y el torero sufre un tarantán espectacular, del que sale con la taleguilla destrozada. Otro pinchazo y finalmente un espadazo. Todo quedó en una aplaudidísima vuelta al ruedo, aunque fuera de poco consuelo para quien podía haber abierto hoy la Puerta Grande. Pero ahí quedo su faena, una de las que han encerrado más verdad de cuantas se vieron en esta Semana Grande.