Foto: Carmelo Bayo
Foto: Carmelo Bayo
Diego Urdiales demostró en Calahorra la belleza del toreo sutil basado en ausencia de estridencias, desde el saludo con el capote meciendo verónicas a los naturales, hundidos los talones, presentando el pecho, la suerte cargada y la muleta lacia pero llena de vida y dibujando surcos con sus vuelos al rededor de la cintura del torero de Arnedo. Todo ello marcado por la medida justa de las distancias, las alturas y el temple justo para que las dos faenas de Diego Urdiales a sendos toros de El Puerto de San Lorenzo no se perdiesen en olvido.