El encierro de Domingo Hernández de ayer en el Arnedo Arena se resume en tres toros buenos, uno casi bueno y dos malos. Los tres buenos fueron para Julián López "El Juli", que estuvo en figurón del toreo y no desaprovechó ni una embestida, abriendo con cuatro orejas la puerta grande del coso arnedano. El "casi bueno" y los dos malos fueron para Diego Urdiales, que en su primer toro cortó una oreja tras una faena llena de buen toreo tanto de capote como de muleta, meciendo las telas con colocación, sentido estético, profundidad y el buen gusto al que nos tiene acostumbrados el de Arnedo. El cuarto toro, su segundo, no tuvo fondo y fue de lucimiento imposible, y en el que cerraba plaza, tras un impresionante y esperanzador comienzo a base de verónicas genuflexas, el astado dijo basta hasta tal punto, que desde ese momento estuvo pendiente prácticamente en exclusiva de lo que ocurría en los tendidos olvidándose de que estaba allí para embestir y terminando cada muletazo con la gaita por las nubes. El esfuerzo de Urdiales fue ímprobo pero no consiguió que el burel regresase al mundo terrenal. Lo mató con habilidad después de un pinchazo y terminó la corrida.
Madrid está a la vuelta de la esquina y Diego Urdiales afronta desde ya, una semana de duros entrenamientos para estar a la altura del compromiso. Seguro que os contamos un éxito.