Por suerte o por desgracia en el mundo de los toros los triunfos se miden a base de trofeos, en ese sentido Diego Urdiales no triunfó ayer en Valencia, ni paseó orejas, ni dio vueltas al ruedo, ni tan siquiera recibió una ovación, pero ayer Urdiales en Valencia volvió a cosechar otro triunfo personal, de esos que quizá no sirvan para titular crónicas, ni para rubricar contratos, ni para calar en el público en general, pero nada más que por uno de esos naturales de algodón rematados detrás de la cadera con los que templó la sosa embestida de su manso primero, ya valdría la pena haberse vestido de luces para hacer el paseíllo en el coso de la calle de Xátiva. El Alcurrucén ya demostró sus nulas intenciones de salida acudiendo al picador que hacía puerta, ya en la muleta Urdiales le consintió por el derecho en tres tandas a más templadas, limpias y bien rematadas, la faena cogió mayor dimensión por el pitón izquierdo por el que Diego atacó al Alcurrucén en varias series plenas de pureza y hondura, pero el toro sin empuje ya había decidido que el vencedor era el de luces. No volvió a estar fino el de Arnedo con los aceros, pero volvió a dejar patente esa sensación de torero cuajado que viene apuntando desde hace tiempo.
Quedaban todas las esperanzas depositadas en el segundo, un melocotón bragado de bonitas hechuras que tan pronto saltó a la arena y se emplazò en los medios, dio por truncadas las mismas. Manseó como el resto de sus hermanos, pero además desarrolló una brusquedad en cada encuentro que hizo imposible cualquier atisbo de lucimiento. Diego no pudo estar con éste Alcurrucén ni bien, ni mal, se limitó a intentarlo sin ponerse pesado, lo mejor los doblones a la hora de cuadrarlo muy toreros y con mucho gusto.
Llegarán los triunfos, seguro, los personales y los colectivos, porque los unos llevan a los otros y viceversa, el próximo compromiso para Diego será el sábado 16 en su casa, Arnedo, mano a mano con El Juli, un buen día para triunfar plenamente.
ASÍ LO VIERON:
Cultoro.com; M.A. Hierro
Con ese propuso Diego un concepto que aprender. Porque se enfrontiló en los cites, le ofreció los frentes, le echó la bamba con los dedos y le esperó colocado con el giro de talón. Manual de pureza fue la actuación de Urdiales. Manual de seguridad, aplomo y verdad para enroscar naturales mientras le duró el fuelle al desclasado Alcurrucén, que se fue con las dos orejas porque asomó la tizona por un costillar. Pero es así, como lo hace Urdiales, como se enseña el toreo en las escuelas. Leer artículo completo
El Correo; P.M. Azofra
Inició Diego el muleteo por alto y brindó a El Soro, que cumplía 31 años de alternativa. Por el derecho le dio series limpias ligadas y con temple. Hubo suavidad y buena colocación de torero y muleta con algún cambio a natural en el remate. Firme por el izquierdo, tirando fino y poniendo más que el toro. Sonó la música, y en cercanías le quedaron pocas cosas al toro, superado por torería y seguridad de Urdiales,
Marca.com: Carlos Ilián
El primero, por ejemplo, se empleó con temple y permitió a Urdiales los mejores muletazos de la tarde en dos tandas de naturales exquisitos. Por el pitón derecho también se empleó con bondad. A Urdiales le sobró la última oparte de la faena, pero lo suyo fue lo más importante de ayer. El cuarto se apagó pronto.
larioja.com; P.G. Mancha
Tiene que ser muy duro ser como es Diego Urdiales. Es más, me imagino que debe de habitarle por sus adentros una moral de granito puro, de mármol berroqueño o de acero forjado porque en caso contrario se antoja imposible aguantar lo que soporta y no venirse abajo desesperado. Barrunto que tiene que ser como comerse un sapo llegar a Valencia, anunciarse con una de las divisas señeras del campo bravo, y encontrarse delante apenas algo así como la mitad de medio cuarto de toro para expresar lo que lleva todo el largo invierno ensayando en la soledad de su casa, por los pinares de Vico o en esos cercados de media España, que lleva pisados desde que acabó San Mateo con la mente puesta en este marzo gélido y ventoso. Y digo que tuvo la mitad de medio cuarto de toro y exagero. Y a esa mitad de medio cuarto de toro, que salió en primer lugar, fue Diego Urdiales y lo toreó. Pero cuando se dice torear no me refiero a ponerse por allí y dejar pasar al bicho como hace la mayoría. No. Digo torear; es decir, colocarse, echar los vuelos de la muleta al hocico y arrastrar el engaño acompañado el viaje con la cadera y rematando el lance detrás para quedarse colocado; y sin toques ni ventajas, ligar con el siguiente natural. Así toreó Diego Urdiales ayer en Valencia a esa mitad de medio cuarto de toro para asombro de los pocos espectadores que había en la plaza y los muchos que lo vieron a través de la pequeña pantalla. Urdiales toreó al ralentí, con singular cadencia, encajado, sutil, roto pero sin apenas afectación. Estuvo tan por encima de las circunstancias porque se encuentra en un momento profesional jubiloso. Cuidado con él. Yo aviso.