Buena presencia de los toros de Santa Bárbara que saltaron al ruedo de la Santa María de Bogotá. Serios como para pasar cualquier reconocimiento de Madrid o Bilbao, astifinos y de gran trapío pero complicados y con peligro. Se salvó el tercero que correspondió al local Juan Solanilla al que cortó una merecida oreja y el sobrero que tubo a bien regalar el diestro Iván Fandiño al que cortó una oreja tras una buena estocada.
Diego Urdiales sorteó en primer lugar al toro de nombre Ilusión de 534 kg, sardo, ojo perdiz, castaño chorreado en verdugo y bocinero, muy hondo y muy serio, avanto de salida. lo recibió Diego con un ramillete de verónicas mejor por el derecho que por el izquierdo. Ya en los primeros tercios se mostró reservón. El torero de Arnedo lo sacó a los medios para intentar quitarle el vicio de los adentros pero el astado enseguida mostró su falta de casta y sus deseos de rajarse, lo intentó el torero por ambos pitones pero como diría el diestro riojano más tarde en los micrófonos de RCNradio de Bogotá el toro era imposible. Lo mató de una media, pero debido a la condición del de Santa Bárbara le costó Dios y ayuda descabellarlo, muy tapado y refugiado en paralelo a tablas estando a punto de escuchar los tres avisos.
Parecía que el segundo de su lote sólo podría ser mejor que el anterior, pero la diosa fortuna no se alineó con Urdiales y saltó al ruedo "Rabioso" de 469 kilos, melocotón, bocinero y listón, muy en el tipo de Núñez. De salida se frenó en el capote, echó las manos por delante y cabeceó en todo momento los engaños. En banderillas no mejoró echando la cara arriba en cada encuentro. Diego cogió la muleta sabiendo las condiciones del morlaco que a medida que avanzaba la faena iba desarrollando peor condición, quedándose corto y rebañando en cada embestida. Diego, muy firme en todo momento no se afligió ante el marrajo y le planteó la lidia que debía andándole por la cara y macheteándolo por abajo, mató por arriba y recibió las palmas cariñosas de la afición bogotana por el esfuerzo realizado en toda la tarde.
ASÍ LO VIERON:
Mundotoro: Dos toros con mucha presencia pero con mayores complicaciones le correspondieron en mala hora a Diego Urdiales, un torero que no se amilana a nada ni ante nadie. En su primero – muy difícil – se entregó en una faena llena de enjundia y valor hasta acobardar al toro que se metió a tablas impidiendo el remate con el descabello. El otro fue un toro imposible con la cara arriba desde la salida y sin pasar en la muleta. Menos mal que lo remató pronto.
Aplausos: Diego Urdiales se estrelló con las nulas opciones de un lote muy desigual. No fue bueno su primero y el riojano no pudo más que mostrar sus ganas. Peligroso y sin recorrido fue su segundo, con el que tampoco Diego pudo sentirse a gusto. nada pudo hacer Urdiales en su comparecencia en la Bogotá con un lote a contraestilo.
Agencia EFE: Diego Urdiales se llevó el peor lote. Dos toros muy deslucidos y sin entrega. Hubo intentos del torero en el segundo de la tarde, pero su desespero en la suerte suprema lo llevaron a tomar caminos poco ortodoxos y fue pitado. En el cuarto, imposible, dio la sensación de que el torero arnedano tiene mayor capacidad que la que dejó en Bogotá.
El Tiempo: Diego Urdiales había perdido en el sorteo. Su primero, 'Ilusión', fue desencanto. El toro, castaño chorreado y ancho, dejó todo en la pica. En la muleta pasaba rebañando y buscando la salida. Ajá, ujú, un pase aquí y otro allá. Y, para más desgracia, luego de media espada, descabelló mil veces y sonaron dos avisos. El cuarto era un melocotón calcetero, de colección. Pero se fue en pinta. Como busetero mañoso, recortaba el viaje o embestía tirando a descopar el árbol. Buscar faena era poner a trabajar al cuerpo médico. Mató bien. Con un toro así, ya fue un mérito.
Semana.com:
A Diego Urdiales le fue aún peor. El segundo siempre anduvo con la cara alta, aparte de tardo e incómodo. Y nunca terminó sus viajes tras los engaños, si es que acaso lo intentó. El capítulo eterno con la espada hizo aún más prolongado el suplicio. Dos avisos y pitos. El cuarto fue infame. Nunca descolgó y su arboladura allá arriba hizo más difíciles las cosas, que empeoraron cuando descubrió a Diego, al que le apuntó, por fortuna, sin éxito. Palmas, tras deshacerse del regalito.