Fabiola Flores López
REGALO DE CUMPLEAÑOS
El abuelo sopló las velas, después, listones y papeles coloridos cayeron al suelo. Finalmente, su nieto Rodrigo le extendió un sobre que abrió mientras los demás degustaban la tarta. La familia enmudeció al notar lágrimas silentes del patriarca.
- ¡Qué le has dado al abuelo!- sonó la reprimenda.
- Él me llevó a esa corrida, mamá, no es mi culpa. Dijo: “ya no quiero ver torear más”… y así pasó… quería darle una sorpresa…
Un silencio de respeto inundó el salón, Don Remigio lloraba y sonreía. Los cayos de sus manos acariciaban una y otra vez la testuz de Peleón.
Alicia Mayoral Alves
EL URDIALES DE MÁRMOL
Los vuelos imantados a dos puntas de acero,
tiran de la bravura moldeada
y el corazón ya no bombea apresurado,
respira inerte para vivir y no perdérselo.
La Gravedad del momento hunde a plomo dos riñones de hormigón,
el pecho le ensoga el mentón y lo amarra,
y una mano toreando a la cintura sostiene todo con mimo,
no dejando que el Urdiales de mármol caiga.
La geometría imperfecta de las dos anatomías
revienta de pureza en el embroque,
no hay pulso, no hay toques,
sólo hay oro, cincel, eternidad y vida.
Nombre: Daniel Hernanz Rodríguez
EL DÍA DE LA PUERTA DEL PRÍNCIPE
El muletazo global, la embestida generosa y hasta la pinta del toro, pariente del caballo de un sioux, desmienten la bandera pintada sobre la puerta de toriles, que planta una garita fronteriza detrás del formidable derechazo.
El paisaje de algunas faenas, pendiente de subrayar coordenadas o patrocinar la desactualización de una plaza octogenaria, improvisa el lujo apátrida de todo lo que no es atrezzo. ¿Y la faena de su vida? Salió en un pueblo, contesta Camino. Y tantos Caminos y cuántos Urdiales, cuando el toreo se aparece, sale a limpio y confunde Sevilla con Alfaro.
Nombre: Juan A. Solano Martínez
SUEÑOS EN REDONDO
¿Quién tuviera tu muñeca infinita?
Para ejecutar ese pausado e ingrávido vuelo , en el instante en que tu docta energía se convierte en materia y tu largo muletazo en arte imperecedero .
¿Quién pudiera acariciar tu poderosa e inmarcesible muleta?
Acariciando sólo con las yemas , como emerge el resoplido del noble berrendo , con su hocico anhelando la frágil franela.
Vestido de grana y oro , en torero de fuego eterno. Quietud absoluta con tu seductor señuelo . regalando vida por muerte.