Diego Urdiales abandonó el coso de Arenas de San Pedro a hombros de Juan Carlos Tirado, el que hasta esta temporada era su compañero y al que cortó la coleta en Sevilla el pasado 2 de octubre, tras cortar tres orejas a un encierro de Torrestrella en una tarde en la que el torero de Arnedo desplegó todos sus recursos, desde la técnica y el arrojo en el primero hasta la pureza y la soltura de muñecas en su segundo.
PEPE ESTÉVEZ AGENCIA EFE:
El primero de Urdiales, de Torrestrella, fue un toro desrazado que ya en el capote se venía muy por dentro y después apenas se empleó en la muleta, con la cara a media altura, sin pasar ni humillar.
La suerte que tuvo el toro fue que cayó en manos del riojano, que, pese a tantos inconvenientes, logró sacar agua de un pozo vacío y todo a base de hacer las cosas a la perfección: Colocación inmaculada, y la suavidad y el temple como armas infalibles para lograr muletazos de buena factura por el derecho. Cortó una oreja.
Toreo excelso
Y dos logró Urdiales del quinto, otro toro de pocas opciones por su extrema sosería pero al que el de Arnedo fue haciendo poco a poco hasta conseguir pasajes de su clasicismo y excelente concepto de la tauromaquia, pulseando las embestidas con gran naturalidad y bordando el toreo por el izquierdo en el tramo final de una faena de menos a más y largo metraje -sonó un aviso antes de entrar a matar-. Pero en el recuerdo queda la dimensión mostrada por Diego Urdiales, ese toreo tan excelso, tan puro y tan a cámara lenta.