Así contó la tarde de Diego Urdiales en Palencia el crítico taurino de Diario La Rioja Pablo García-Mancha...
Vive Diego Urdiales un momento tan descomunal como torero que es difícil de explicar (en el caso de que no se haya visto la corrida en vivo), cómo es capaz de torear con tal temple y delicadeza como hizo ayer en los Campos Góticos a dos toros "semovientes" y sin el más mínimo atisbo de fuerza ni clase en su interior. Los antiguos cronistas describían aquelllas improbables faenas como verdaderos prodigios, como puros inventos del torero. Y en ésas anduvo el riojano ayer con sus dos astados de Bañuelos, el que abrió plaza y el segundo de su lote, tan feble el primero como este último, con tan poco fondo y con las fuerzas tna medidas que el mínimo desajuste o tirón podía dar con sus huesos por el suelo.
(...)Le habían pedido una oreja en el primero pero el presidente hizo oídos sordos. Ya no pudo repetir la tropelía con el cuarto. Diego lo había toreado con majeza. Maravillosos embroques, la guapeza del toreo a media altura, las muñecas sobradas de temple... Y siempre gustándose.
Comenzó la faena con extrema suavidad, ayudando, enseñando al toro a embestir, para que tomara confianza cuanto antes. Dos series en redondo con un tercer muletazo en cada tanda sobervio de temple, conlos vuelos acariciando la arena. Y los pases de pecho, girando la cintura sin la más mínima estridencia.
el toro tenía el depósito más seco que un Martini y aún así fue capaz de templarlo al natural en otras dos colecciones de lances por la izquierda. Lástima que el toro tuviera tan poco fuelle porque dio verdadera rabia que el riojano no pudiera estirar más la faena. Gran estocada y oreja de peso, que a estas alturas de la carrera de Urdiales no tiene mayor valor que una nota a pie de página en las estadísticas. El toreo no se puede medir por premios peludos y el caso de Diego Urdiales y toreros de su exquisito corte, mucho menos. (...)