Comenzó el festejo con retraso por culpa de una tormenta que se isntaló en el cielo alfareño y que hizo que la luz solar se apagase, dejando al luminoso coso de la ciudad de las cigüeñas en la más absoluta de las tinieblas.
Con una fina aunque constante lluvia se rompió el paseíllo y Diego recibió a su primero estirándose a la verónica en varios lances de bella ejecución, pronto comenzó el de los Recitales a protestar y a unir a su embestida por el derecho un molesto brinco a la hora del embroque que deslucía lances y complicaba su lidia. Ya en la muleta el toro multiplicó sus defectos iniciales y unó a éstos su falta de raza para seguir los engaños, sobre todo por el pitón izquierdo por el que mostró más clase y calidad. Diego siempre muy dispuesto y pulcramente colocado en cada cite, le dejaba la muleta plantada para enlazar los naturales, pero el animal reticente, se lo pensaba hasta la desesperación, desluciendo cada tanda. Por el derecho, el mencionado brinco hacía imposible cualquier atisbo de ligazón, aun así el torero riojano no desistió en su empeño y poco a poco fue hilvanando una faena de mucho consentimiento que empezó a calar en el tendido. Lamentablemente pincho arriba antes de dejar una entera, que le privaron de algún trofeo.
Su segundo no mejoró la condición del anterior, más parado si cabe en el último tercio y muy venido a menos, no le permitió a Diego ligar ni dos muletazos seguidos, angte tal desconsuelo Diego optó por no alargar la faena y abrevió cuando más arreciaba la tormenta.