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LA EXCEPCIÓN CULTURAL
"Diego Urdiales constituye una auténtica excepción cultural en este mundo de la tauromaquia revenido y ajado no sólo por el paso del tiempo, sino por la torva irresponsabilidad de sus gestores. El torero de Arnedo camina solo -ayer no estaba ni su apoderado en la plaza-, pero a pesar de todos los pesares que se acumulan en su costado, volvió a reivindicar la honda plenitud de su toreo, la desnunda fragilidad de una concepción tan pura, tan luminosa, de tan lento trazo, que se ha convertido en un verdadero marciano, en un extraterrestre en el planeta de los toros, en una rara avis que marca las diferencias en el ruedo y fuera de él. Diego Urdiales torea desnundo, sin artificios, encajado como casi ninguno, por eso cuando brota su toreo los olés erupcionan del alma, no a compás ni previsibles, del alma. El arnedano ahonda en el tuétano del olé porque torea con tanta pureza, con tanta verdad, que el tiempo parece desvanecerse desde el embroque perfecto hasta el final del lance, siempre por abajo, siempre medido, siempre sin darse la más mínima ventaja. Su actuación de ayer fue sencillamente memorable y la faena del quinto, la demostración de que estamos ante un verdadero privilegiado del temple. Es difícil torear más hondo sin el más mínimo retorcimiento, más profundo con tanta verticalidad, con esa naturalidad irritante del que sabe la urdimbre misma del toreo y la gestiona sin inquietudes, aunque viva casi siempre en el filo del abismo.
Ayer la corrida de Victorino Martín volvió a demostrar las razones por las que estamos ante una ganadería mítica. Muy buenos los toros buenos, pero que tampoco suelen perdonar el más mínimo resquicio, como le pasó a El Víctor en el quinto al sacarlo de caballo, que lo levantó en un suspiro infiriéndole nada menos que tres cornadas.
Diego ya había estado superior al natural con el segundo de la tarde, hubo tres series sensacionales, pero su eclosión llegaría después, con un quite primoroso por delantales al cuarto (la media de remate fue un primor), y con un faenón memorable en el quinto. Sentir el toreo y decirlo, encajarse con la muleta y el toro, tirar de él e imponer el ritmo a un astado bueno que regaló embestidas por doquier y con el que Urdiales se rebosó, sobre todo con la mano derecha con esa forma suya tan particular de dictar el embroque, de sentir el latido del animal con un pulso absolutamente preciso y torear.
La faena fue una preciosidad de principio a fin, y tanto gozó el torero de Arnedo que se confió al gustarse en exceso al rematar la última tanda que fue volteado haciendo vivir a la plaza unos instantes dramáticos. Recetó un estoconazo inapelable en la yema y dos orejas infinitas...
Victorino envió una corrida justa de carnes a Logroño, pero astifina, encastada y con tres toros importantes, sobre todo el segundo de Antonio Ferrera (con un gran pitón izquierdo) y el quito de la tarde, que tuvo ese fondo de clase y bravura para ir siempre por abajo y hasta el final de los muletazos del torero de Arnedo. Gran triunfo, agridulce por la cornada de El Víctor, pero una nueva demostración de la clase de un torero extraordinario".
crónica de Pablo García-Mancha en diario La Rioja
PARTE MÉDICO:
El banderillero y amigo de Diego, Víctor García el Víctor, fue prendido por el 5º de la tarde que le infirió tres cornadas en el glúteo derecho de 25, 20 y 7 cm, con bastante destrozo de masa muscular pero en principio parece ser que no afecta a órganos vitales ni tampoco a venas ni arterias, a estas horas permanece hospitalizado y su estado es grave, aunque su vida no corre peligro.
http://diegourdiales.com/index.php/es/item/154-dos-orejas-que-hicieron-temblar-los-cimientos-de-la-ribera#sigProGalleria50fac9d06f