Tres delantales
De salón, pero con sangre de toro; delantales que pudieran mecer el sueño de un niño, despaciosos, delicados, tan despaciosos que rozan lo eterno, tan delicados como un susurro al oído. Delantales que adormecen, que atemperan la violenta embestida, que dirigen la mirada, que mitigan el genio, que lucen la casta, que insultan al tiempo…
Y una media
Con la plaza embelesada en el quite, Belmonte, Don Juan Belmonte García, con su brazo apoyado en la tronera del burladero, observa a Diego mientras recuerda como ya hace un siglo describió una media:
"Llegó un momento en que me sentí envuelto en toro, fundido con él... .Guardo la impresión que el toro era una masa moldeable que se plegaba al inverosímil arabesco de mi cuerpo y mi capote"
Siente pena el trianero de no poder ser él quien toree esa tarde, pero por otro lado se alegra de que Joselito el Gallo, a su lado aunque rehuyéndole la mirada, asienta con gesto amable.
Y cuando el público estalla en un olé rotundo, él, el capote más grande que jamás ha existido, le dice a Diego:
Urdiales!, Torero!, esa es la media!