Diego Urdiales se vestía de torero 525 días después de su último paseíllo que se remontaba a la feria del Pilar de 2019. Fue en Ubrique en la última de las corridas de la Gira de Reconstrucción organizada por la Fundación Toro de Lidia que destinará los fondos resultantes del ciclo a recuperar plazas de tercera y cuarta categoría y el fomento de las novilladas.
El torero de Arnedo no tuvo a su disposición el mejor de los lotes para desplegar su tauromaquia pero no por ello dejó de intentar hacer su toreo. Supo imponerse a las bruscas embestidas de su primero al que a base de colocación, temple y conocimiento logró robarle muletazos de clase y empaque.
Su segundo evidenció de salida su falta de entrega y tras un gran inicio de faena con muletazos templados de mucho gusto para sacarlo a los medios, las embestidas se fueron tornando ásperas y deslucidas. Diego volvió a imponerse a la condición del toro a base de dejárselo llegar y consentirle, se hacía difícil la ligazón pero quedó patente la firmeza del torero que saludó una ovación a la muerte del de Cuvillo.