...Diego Urdiales salió a lo suyo. Que es torear. Lacio el capote, sueltos los brazos, intermitente el toro de principio. Y acarnerado y cuesta arriba. Como si saliese de un embudo. Un par de verónicas limpias y una media enroscada. No tan arrebujada como la del cadencioso quite por delantales. Mal y traseramente castigado, no ayudó el piquero a que descolgara. Sólo en el embroque. Y Urdiales se reunía ahí con la embestida. Ese instante de belleza en su derecha. Antes de que perdiese la humillación según dibujaba el muletazo. Que a veces la embestida enrazadita amontonaba con su repetición antes de hora, sin salirse de los vuelos. Los retazos, la fidelidad a un concepto que no vende ni se vende, esbozos de naturales como si escanciara la muñeca. Las trincherillas salpicaron como perlas el cierre hacia las tablas. Un pinchazo, la estocada atravesada sin muerte y el descabello no evitaron la ovación. Un leve milagro de torería...
Extracto de la crónica de Zabala de la Serna en El Mundo.
Monumental de Pamplona. Miércoles, 10 de julio de 2019. Sexta de feria. Lleno de «no hay billetes». Toros de Jandilla y dos de Vegahermosa (1º y 6º), un cinqueño (3º), una escalera destartalada; de juego también muy desigual.
Diego Urdiales, de azul pavo y oro . Pinchazo, estocada atravesada y dos descabellos. Aviso (saludos). En el cuarto, media estocada (silencio).
Sebastián Castella, de malva y oro. Pinchazo, media estocada caída y descabello. Aviso (silencio). En el quinto, estocada trasera (oreja y fuerte petición de la segunda).
Roca Rey, de gris perla y plata. Pinchazo hondo tendido y 13 descabellos. Dos avisos (silencio). En el sexto, dos pinchazos hondos y dos descabellos (silencio).